El primer paso para crear una startup exitosa: Define una visión inicial poderosa
Una buena visión inicial funciona como una brújula: no muestra todo el camino, pero sí te marca la dirección correcta.
La mejor forma de empezar a construir un producto es, curiosamente, no construir de inmediato.
Antes de avanzar, necesitas primero definir una visión inicial clara. Esta visión es esa idea inicial que te hace ver que algo puede funcionar mejor. Puede surgir de un problema que viviste, de algo que observaste en otras personas o de una oportunidad evidente frente a ti. No necesitas tener todas las respuestas, solo un punto de partida que tenga sentido.
Cuando la visión es clara, reduces el riesgo de construir sin propósito, pierdes menos tiempo y tomas decisiones más seguras desde el comienzo.
¿Qué es y por qué importa?
La visión inicial es la “semilla” de cualquier startup.
Nace cuando conectas experiencias, observaciones y aprendizajes que te hacen decir: “aquí hay algo para mejorar.” No aparece por casualidad; aparece cuando prestas atención.
Importa porque una visión débil, confusa o poco conectada con la realidad te puede hacer avanzar sin rumbo. En cambio, una visión sólida te da claridad, foco y un buen comienzo.
Ejemplo: La visión inicial de Netflix
Antes de que Netflix existiera como plataforma de streaming o como servicio por correo, todo comenzó con una visión muy simple:
“Las personas deberían poder acceder a películas de una forma mucho más simple, cómoda y flexible que ir a una tienda de alquiler.”
Las 3 características de una buena visión inicial
1. Ganada: nace de experiencias reales
Una visión ganada no es una idea al aire ni una corazonada que aparece de un momento a otro. Es una visión que viene de haber estado realmente cerca del problema: porque lo viviste en primera persona, porque acompañaste a otros mientras lo enfrentaban o porque lo investigaste lo suficiente como para entenderlo mejor que la mayoría. Es una visión que tiene raíces en la realidad, no en la imaginación.
Cuando una visión nace de experiencias reales, se vuelve mucho más clara. Sabes describir el problema con detalles concretos, entiendes cómo afecta a las personas y puedes reconocer cuándo aparece y cuándo no. Esto hace que sea más confiable, porque no depende de suposiciones. También se vuelve más fácil de comunicar, porque la hablas desde tu propia vivencia o desde evidencia que has visto directamente.
Además, una visión ganada es más útil al momento de construir soluciones. Te permite identificar rápidamente qué opciones tienen sentido y cuáles no. Te ayuda a evitar ideas innecesarias, a priorizar lo importante y a tomar decisiones con más seguridad. En pocas palabras: cuando entiendes el problema desde la realidad, construir algo que lo resuelva se vuelve mucho más natural y acertado.
Caso: Netflix
La visión que dio origen a Netflix empezó con una situación muy común: Reed Hastings devolvió un DVD tarde y tuvo que pagar una multa. Lo que para muchos sería solo una frustración momentánea, para él fue una señal de que algo no estaba funcionando bien. Esa pequeña experiencia lo llevó a cuestionar por qué alquilar una película era tan incómodo.
Con esa pregunta en mente, empezó a observar más. Se dio cuenta de que la gente ya compraba por internet sin miedo. Notó que las tiendas de alquiler tenían horarios rígidos, catálogos limitados y muchas penalidades. Y luego analizó a fondo el modelo de negocio de la industria. Todo esto —la molestia personal, la observación del comportamiento y el análisis— construyó una visión totalmente ganada.
Para saber si tu visión también tiene este origen, puedes hacerte preguntas sencillas:
¿Viviste tú mismo el problema?
¿Ves a otras personas enfrentarlo una y otra vez?
¿Tienes datos, entrevistas o señales que muestran que este problema es real?
¿Entiendes algo del problema que otros no han visto?
Estas preguntas te ayudarán a reconocer si tu visión está bien aterrizada en la realidad.
2. Única: ves algo que otros no ven
Una visión única no es aquella que recibe aplausos inmediatos. De hecho, suele generar reacciones divididas. Cuando le cuentas tu idea a varias personas y notas que aproximadamente la mitad la entiende y la apoya, mientras que la otra mitad duda o no termina de verla, eso no es una mala señal: es un indicio de que estás observando la realidad desde un ángulo diferente al común.
Lo que hace que una visión sea única no es inventar algo extravagante, sino interpretar el problema de una manera distinta. Todos pueden estar mirando la misma situación, pero no todos la leen igual. Donde la mayoría ve la explicación “obvia”, tú ves un detalle que los demás pasan por alto. Mientras todos siguen la lógica tradicional, tú identificas una lógica alternativa que, al analizarla a fondo, tiene más sentido.
Una visión única nace precisamente de esa capacidad de ver más allá de lo evidente, de cuestionar lo que todos dan por hecho y de atreverte a pensar que quizá el verdadero valor está en un lugar que pocos están mirando. Cuando eso sucede, es muy probable que tengas entre manos una perspectiva valiosa que pueda convertirse en una oportunidad real.
Caso: Netflix
Cuando Netflix decidió enviar DVDs por correo, mucha gente pensó que era una mala idea. La industria estaba convencida de que lo más importante era la rapidez: entras a la tienda, alquilas la película y la ves en minutos. Para ellos, esperar varios días no tenía sentido.
Pero Netflix vio algo distinto. En vez de enfocarse en la velocidad, entendió que la comodidad era más valiosa. Menos viajes, menos trámites, menos reglas. Esa interpretación distinta cambió todo. Donde la mayoría veía lentitud, Netflix veía confort. Ese fue su ángulo único.
Para descubrir si tú también tienes una visión única, puedes preguntarte:
¿Qué interpretación estás viendo tú que otros no ven?
¿Qué parte de tu visión genera dudas, pero también curiosidad?
¿Qué creencia común estás cuestionando?
¿Qué observación tuya tiene más sentido que lo que dice la “lógica tradicional”?
Al responder estas preguntas empezarán a aparecer ángulos únicos que pueden convertirse en grandes oportunidades.
3. Fundamentada: debe encajar con tu estrategia
Saber si tu visión está conectada con tu estrategia es más fácil de lo que parece. Lo notas cuando la visión fluye naturalmente desde un elemento real del producto y no suena como algo separado o forzado. Es como cuando dos piezas encajan sin esfuerzo.
Por ejemplo, si tu visión se apoya en un problema claro, al leerla sientes que todo apunta a resolver ese problema y que las ideas que surgen a partir de ella van en la misma dirección. Si la visión se basa en tu usuario, notas que describe algo que realmente encaja con su vida y sus necesidades. Y si se apoya en tu propuesta de valor o en una ventaja que ya tienes, se siente lógico: la visión aprovecha exactamente eso que te diferencia.
La mejor forma de comprobarlo es simple:
si al leer tu visión junto a tu problema, tu usuario o tu propuesta de valor dices “tiene sentido”, entonces está conectada.
Si en cambio tienes que justificarla demasiado o no suena coherente, es una señal de que aún no encaja bien.
Una visión conectada se siente natural, coherente y alineada con lo que quieres construir. Si genera esa claridad, sabes que está realmente fundamentada.
Ejemplo extendido: Netflix
La visión de Netflix estaba bien fundamentada porque se alineaba con varias piezas de su estrategia. Encajaba con un problema real: alquilar era incómodo. Encajaba con la propuesta de valor: ofrecer algo mucho más simple y sin penalidades. Y encajaba con su ventaja competitiva: usar internet y datos para ofrecer una experiencia que las tiendas físicas no podían dar.
Al estar tan bien conectada con su estrategia, la visión no era una idea suelta. Era una guía clara. Por eso los siguientes pasos —DVDs, luego streaming, luego contenido original— fueron evoluciones lógicas y no saltos improvisados.
Para saber si tu visión también está bien fundamentada, piensa:
¿Tu visión se conecta con un problema claro?
¿Se dirige a un usuario que entiendes bien?
¿Refuerza tu propuesta de valor?
¿Aprovecha algo que tú haces mejor que otros?
¿Tiene sentido con cómo planeas crecer o cobrar?
Si puedes responder afirmativamente a alguna de estas preguntas, tu visión ya tiene un soporte estratégico real.
Reflexión final
Una visión inicial no tiene que ser perfecta, pero sí tiene que ser clara.
Se vuelve fuerte cuando nace de la realidad (ganada), cuando ofrece un ángulo distinto (única) y cuando encaja con algo estratégico (fundamentada).
Cuando estas tres características se juntan, tienes un punto de partida sólido para crear un producto que realmente pueda crecer, mejorar y generar impacto.






